Era la fuerza paramilitar en la que se apoyó Mussolini para ejercer la violencia en su toma del poder y que más tarde, ya con él como duce, asumió carácter de elemento defensivo oficial. En la España feliz de 40 millones de juancarlistas, la psique nacional tenía un problema de negación de la realidad: nos fascinaban los episodios glamurosos de nuestros Reyes, como el viaje a Mallorca de Carlos de Inglaterra y Lady Di, pero casi nadie advirtió que las vidas de los ricos ni son baratas, ni se pagan solas.